viernes, 23 de mayo de 2014

Inciesno.

Ventana cerrada, habitación dormida.
Paredes tan blancas como tu piel,
olor a incienso para olvidar
las noches furtivas sin luz encendida.

El humo del olvido se ha estancado,
me roba el oxígeno en cada aliento.
Inspiración con desaliento muerto,
espiración que se pierde en el olvido.

La niebla ha caído sobre mi cuarto,
y al deslizar mis dedos en el aire,
al intentar atraparla, se desvanece vergonzosa
formando figuras de ausencia.

Me consumo con el dulce fuego
y el alma se me escapa sin consuelo.
Mis cenizas son mi ser más testarudo,
que no quieren escapar, que jamás se irán.





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