martes, 6 de septiembre de 2011

Anoche tuve un sueño.

Soñé que soñaba con un mundo sin guerras, con un mundo justo, sin hambre y en armonía. Anoche soñé que soñaba con gente soñadora.
Y desperté mientras seguía soñando que estaba a tu lado, mientras interpretaba con caricias sobre tu piel una suave y dulce canción de piano. Con tu aroma cerca de mi almohada intenté soñar tus sueños. Y me encontré de pronto con la cabeza en la luna y mis pies que tan siquiera rozaban la tierra, estaba soñando mientras soñaba que flotaba, levitaba, volaba...

viernes, 26 de agosto de 2011

Azul y sol resplandeciente.

Cerró los ojos mientras pedaleaba suavemente sobre su vieja bicicleta, sin miedo a caerse. Seguro, sonriente, y con toda la libertad del mundo levantó una mano del manillar e inspiró todo el aire posible, alimentando así a sus pulmones, se lo engulló. Lentamente fue abriendo los ojos a medida que iba escupiendo el aire ingerido y sin ser apenas consciente comenzó a tararear una dulce canción de piano.

martes, 31 de mayo de 2011

A.

Y antes de marcharte me abrazaste, como hacía tanto tiempo que no lo hacías, y quise que ese momento no pasara nunca y entonces lo dijiste, me dijiste casi al oído que me querías, llevabas demasiado tiempo sin decírmelo, y yo te abracé más fuerte. 

Me pregunto si este es el final, si debo dejarlo ir totalmente. Si esto ha llegado a su fin, tal vez ya no haya nada más a lo que dar de sí. Probablemente sería lo más sensato, pasar página como se suele decir, cuando las cosas llegan a su fin es mejor dejarlas ir, dejar de rizar el rizo, dejarlas libres. Tal vez te sorprenda que te escriba esto pero lo necesito, necesito desahogarme porque siento que me falta el aire. Tengo dieciséis años y es la primera vez que me siento así, que sufro de esta manera, y tal vez dentro de unos años me ría de todo esto, pero ahora, en este preciso momento lloro y me siento vacia, como si tuviera un gran vacio, un agujero negro en el pecho. Y creeme que no lo entiendo, que no me entiendo. Quién sabe tal vez sea el karma, antes sufrió él, ahora me toca a mí. Y ahora siento que he sido y sigo siendo egiosta con él: antes por no entenderle y ahora por no querer perderle. No me consuela saber que si hubiera vuelto a ocurrir algo entre nosotros hubiera salido mal de nuevo porque no era nuestro momento, no, no me consuela, como tampoco me consuela el pensar que tal vez en un futuro pueda salir bien. ¡NO! porque él se va a olvidar de mí y yo quiero olvidarme de él, pero ¡dios! duele tanto verle día tras día, tanto como saber que él ha podido pasar página. Esto era precisamente lo que no quería que ocurriera, sí es egoista lo sé, pero siempre dije que me daba igual con quien o cuantas estuviese, pero que no quisiera a ninguna o al menos no como me quería a mí. Luego me contradecía porque también solía decir que quería que encontrara a una chica que le hiciera feliz, que le diera todo aquello que yo no podía darle y yo encontrar a alguien que me diera lo justo que yo pedía.

La vida es muy egoísta pero a veces hay que arriesgarse, saltar a la piscina, sí, tirarse de cabeza sin miedo, abrir puertas sin importar lo que haya escrito en ellas, simplemente seguir adelante con decisión y con valentía para saber afrontar cualquier tipo de consecuencia. La vida es eso, es arriesgarse y conseguir o tal vez perderlo todo, todo menos la esperanza.

martes, 22 de marzo de 2011

Agosto de 2002. Encuentro nocturno.

[...]Esa noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. La idea era divertida. ¿Qué olor tenía en tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva y unas voces que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? El tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien millones de rostros que descienden como globos de Año Nuevo, bajando y bajando hacia la nada. Así era cómo olía el tiempo, cómo sonaba y qué parecía. Y esta noche (y Tomás sacó una mano al viento fuera de la camioneta), esta noche casi de podía tocar el tiempo.[...]

 *CRÓNICAS MARCIANAS-Ray Bradbury.

martes, 15 de marzo de 2011

Madriz.

Once y cuarto, llego tarde, pero esta vez ambas llegabamos tarde. Un saludo, una sonrisa y vamonos ya, o perderemos el tren. Un viaje hasta Madrid.
Primero aquel revisor con traje marcó mi billete recien sacado. Dos amigas y una réflex en el tren. Más tren, tren "espacial", con baños malolientes y puertas mecánicas. Una parada de metro y por fin hemos llegado. Hace sol, hace calor, un día realmente estupendo para estar en Madrid, incluso la televisión se ha atrevido a recorrer las calles de esta ciudad. Sin pensarlo dos veces la seguimos, más réflex. Tiendas y una falda con una etiqueta sin cortar que nos hacia pitar. Librerías en la calle, un libro por un euro. Librerías que me dejan sin aliento, entre tanta antigüedad, entre tanta variedad de libros viejos, de estanterías por doquier. Un subterraneo que nos conduce hacia la música, vinilos de Mecano y de los Beatles, vinilos y discos y más vinilos. La una y media, más metro, un par de paradas y variedad de puestos, y otro reencuentro, otro saludo, otra sonrisa. El hambre nos devora, tres amigas y un Mcdolan's. Comida, risas, fotos e historias, sentadas en el césped de un parque, refugiadas del calor bajo la sombra de un árbol cualquiera. Es hora de levantarse y perder demasiado tiempo sentadas en el Starbucks. Que rápido se pasa el tiempo entre risas sin sentido y fotos absurdas con un café helado entre las manos. Es tarde y es hora de recorrer calles en busca de ropa o de cualquier cosa. Vueltas que nos llevan al mismo lugar y vuelve el hambre. El KFC y una coca-cola desconocida en mi chaqueta. Sentadas en la fuente devoramos la comida, ya vamos un poco tarde y mis pies se quejan demasiado. El metro de nuevo, explicaciones y despedidas, nerviosismo y las puertas se cierran, en tren se aleja y nuestra amiga con él. Y otra vez nosotras sonriendo. Trenes que no llegan y carreras por la estación, pero esta vez perdemos el tren. Tú tienes un plan B. El tren de dos plantas y otra estación más, por fin regresamos a casa. Un viaje nocturno entre canciones y fotos. Un paseo nocturno hasta casa, con nuetros pies realmente cansados y doloridos de toda esta caminata. Y tus palabras: " Ahora imaginate este día hacia atrás".
Once y cuarto, llego tarde, pero esta vez ambas llegabamos tarde. Un saludo, una sonrisa y vamonos ya, o perderemos el tren. Un viaje hasta Madrid.