viernes, 31 de mayo de 2013

Un gran salvavidas.

A veces cometemos el tremendo error de menospreciar aquello que nos ha enseñado a ser personas, que nos ha ido formado como seres humanos.
"Jugar a hacer palabras, construirlas más largas". Supongo que algunos tenemos esa tremenda curiosidad por conocer de dónde proceden las palabras, cómo han surgido, qué significan realmente. La palabra "palabra", valga la redundancia, es un concepto abstracto, un hiperónimo que incluye miles y miles de hipóniomos, y que resulta imposible tener conocimiento de todos ellos. Pero la imposibilidad de llegar al alcance de todas esas palabras no debería suponer una rendición, sino un reto.
Es emocionante poder escuchar la primera palabra de un niño a la par que divertido ver cómo va creciendo e intentando hablar, inventándose palabras. No es una tarea fácil esto de aprender palabras, es algo que se debe ir trabajando poco a poco.
Recuerdo mis clases de Infantil, donde mi profesora Balbi nos enseñaba las letras, nos enseñaba a enlazarlas unas con otras y a construir palabras, a las cuales les añadíamos una imagen y un significado concreto. Puede parecer estúpido admirar todo esto, pero le debemos demasiado a las palabras.

Nos encontramos con otro reto por delante, pues ya sabemos construir palabras, ahora debemos jugar con ellas, escribir o recitar una detrás de otra, de manera que lo que escribamos o digamos cobre sentido o transmita algo. Aquí nace la literatura y surgen los amantes de las palabras. Sustantivos, verbos, adjetivos, determinantes, pronombres, adverbios, conjunciones y preposiciones; ocho bonitas categorías de palabras que entrelazadas unas con otras pueden crear verdaderas maravillas, pueden crear un mundo nuevo.
Si no habéis leído el artículo de "Un adverbio se le ocurre a cualquiera" de Juan José Millás os invito a su lectura. Habla sobre el sueño infantil del autor de abrir una tienda de palabras. Seguramente suene a disparate, pero a veces no vendría mal comprar unas cuantas palabras, para esos momentos en los que no sabemos qué decir. "En mi tienda imaginaria había también un aparato de palabras inexistentes, para gente caprichosa o loca", "Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases".

Aún nos queda un largo camino por recorrer para crear esos nuevos mundos, para contar esas mil historias. Supongo que muchos piensan que escribir es sencillo, que sólo se trata de sentarse en un silla frente a un pupitre con un bolígrafo y unos cuantos folios o frente al teclado de un ordenador y ponerse a ello. Pero creedme, no es sencillo. Una gran novela puede resultar una maestra obra arquitectónica, en el ámbito literario por supuesto. Como un edificio, que si falla algo en su estructura interna, puede derrumbarse. Los grandes autores de la Antigüedad, como Homero, nos han ido enseñando cómo se debe tratar a la literatura.
A veces un libro puede ser una maquina del tiempo que nos muestra la mentalidad de cada época, cómo fue transformandose cada generación, plasmando sus pensamientos e ideales con palabras. Desde el Romanticismo a las Vanguardias, pasando antes por el Realismo y retomando la actitud romántica los modernistas, y un largo etcétera. Encontramos un amplísimo abanico de tipos de crear la literatura. Uno de mis movimientos favoritos es esa literatura de mediados del siglo XX, que cansada del 'realismo social' da cabida a una realidad mezclada íntimamente con la fantasía, con lo mágico: Realismo mágico o Lo real Maravilloso. Esos autores hispanoamericanos que desarrollan técnicas narrativas y nos acercan a temas existenciales como el tiempo, lo infinito, la muerte o la propia vida. Que nos enseñan y nos hacen reflexionar.
Tal vez sería una temeridad tener que elegir entre una obra favorita o un autor favorito, pues es tan basto el mundo literario que resulta imposible poder conocerlo todo, y juzgar la mínima parte que conocemos. A veces da miedo internarse en este mundo, pues es como un gran laberinto, lleno de caminos, que te conducen hacia otros nuevos, y así sucesivamente. No hay salida y llevaría más de una vida conocer cada rincón.
Y lo cierto es que no importa si es lírica, narrativa, teatro, historiografía, sátira... Cada género literario es un mundo nuevo, cada uno nos enseña algo. Cada autor es diferente, todos ellos intentan transmitirnos una idea, o simplemente lo que ronda por su cabeza en ese momento. Quieren compartirlo con nosotros, los lectores, sus confidentes. Y ellos, los Libros, nos instruyen a nosotros, nos hacen cavilar, nos protegen, nos hacen personas con juicio y decisión propia. Ellos nos salvan. Leer nos enriquece la vida, cada palabra fomenta nuestra imaginación y nos hace creadores.

No dejéis que nos sean arrebatadas las palabras por esos tiburones que desean robarnos la libertad. "El libro, que enseña y conmueve, es además el mensajero de nuestra voz y la defensa para pensar con libertad".



"Crear un poema es como crear un árbol", dijo Vicente Huidobro. Y un árbol es vida.


domingo, 12 de mayo de 2013

Aquí, ahora.


"Sólo sé que quiero estar aquí ahora. [...] y puede que salga mal, no lo sé. Es que no quiero pensar en eso ahora. Ahora estoy aquí diciéndote esto y soy feliz, aquí, ahora. Me gusta tu cara, tu cara en este momento, y este parque con esta luz, ahora. Quiero estar aquí ahora. No quiero estar ni cinco minutos antes, ni cinco minutos después".


"Aquí", "ahora", palabras de las cuales solemos olvidar su significado. Nos pasamos la vida pensando en el porvenir, formándonos para un mañana, para un futuro. Nuestra vida está condicionada por todo lo que debemos hacer o lo que debemos ser, y nos apartamos del presente, nos proyectamos en la lejanía, en todo aquello que queremos, o que creemos querer. Nos empeñamos una y otra vez en menospreciar lo que está ocurriendo ahora mismo, nuestro "hoy", sin darnos cuenta que cada pequeño trozo de presente va formando un futuro, que cada minúscula parte es imprescindible.
Frustración, es lo que se siente cuando estás esperando que sucedan todas esas cosas que en teoría debes vivir, cuando dejas de disfrutar lo que tienes ahora: infelicidad. ¿Y si disfrutáramos más de cada momento, lo valoráramos como algo único y dejáramos de pensar en todo aquello que algún día queremos hacer? Todo eso vendrá solo, no sabemos, ni sabremos nunca, de qué manera o en qué momento, la propia vida nos lo irá diciendo.
Cada segundo, cada minuto, hora o día guarda una pequeña parte de nuestra vida, una parte que jamás volverá a repetirse -aunque ojalá fuéramos capaces de congelar un instante-, no cometamos el error de despreciarlo.